Hallan un marcador...
Temprano del Parkinson
Por Nora Bär | LA NACIÓN.
Una premisa para prevenir o paliar los efectos de patologías degenerativas que aún no tienen cura es diagnosticarlas lo antes posible. Sin embargo, a veces no es sencillo: se sabe, por ejemplo, que el temblor y la rigidez, síntomas característicos del segundo trastorno neurodegenerativo por su frecuencia, el mal de Parkinson, sólo se advierten cuando los pacientes ya perdieron alrededor del 80% de las neuronas de la sustancia nigra del cerebro.Sin embargo, un grupo de investigadores argentinos puede haber dado con una clave que permitiría detectar la condición cuando las personas todavía no exhiben trastornos motores gruesos o deterioro cognitivo: estudiando cómo interactúan entre sí los circuitos cerebrales del movimiento y el lenguaje, descubrieron que en estos pacientes el "diálogo" entre ambos parece estar interrumpido. El trabajo acaba de publicarse en la revista Cortex
"Lo que vimos es que hay un ciclo circular entre lo que percibimos y lo que entendemos -explica el psicólogo y neurocientífico sanjuanino Agustín Ibáñez, director del laboratorio de psicología experimental y neurociencias (LPEN,http://laboraineco.wordpress.com ) del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-.
Cuando uno escucha una frase con un verbo de movimiento, no sólo se activan las áreas del lenguaje y el movimiento en la corteza cerebral, sino que establecen una conversación cruzada: la preparación para el movimiento afecta el procesamiento del lenguaje, y el procesamiento del lenguaje afecta la actividad de las áreas relacionadas con el movimiento.
Pero en pacientes con Parkinson temprano, este diálogo cruzado ya no se establece.
Esta deficiencia cognitiva podría ser un marcador temprano de la enfermedad."
Para llegar a estas conclusiones, el propio Ibáñez y Felipe Cardona (ambos primeros autores) junto con colegas de Ineco (Dos Santos, Blenkmann, Roca, Nerguizian, Amoruso, Gómez-Arévalo, Chade, Dubrovsky, Gershanik y Manes);
Pía Aravena, de la Universidad de Lyon,
Silvia Kochen, jefa de la Unidad de Epilepsia del Hospital Ramos Mejía,
Arthur Glenberg, de la Universidad de Wisconsin, y
Tristán Bekinschtein, de la Unidad de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Cambridge, aprovecharon una oportunidad única en las neurociencias: registraron en vivo y en directo la actividad cerebral de pacientes con epilepsia refractaria, a los que se les habían colocado electrodos en la corteza cerebral para prepararlos para una cirugía en la que les removerían un pequeño trozo del tejido que les causaba los ataques.
Antes de la cirugía, para analizar la relación que existe entre el lenguaje y la acción, los científicos les tomaron pruebas cognitivas que consistían en pedirles que apretaran un botón con la mano abierta o cerrada, mientras les leían oraciones, como "Era un buen espectáculo, así que Ana aplaudió".
Lo que descubrieron fue que los individuos se demoraban en apretar el botón con la mano cerrada cuando la oración mencionaba acciones que se realizan con la mano abierta (como aplaudir); es decir, cuando el lenguaje y la acción eran incongruentes.
Pero cuando les tomaban la misma prueba a los pacientes con Parkinson temprano, éstos tardaban lo mismo en todas las situaciones.
"No mostraban el efecto de compatibilidad de la acción-oración, lo que evidenciaba una falla en la comunicación entre las áreas lingüísticas y motoras", explica Ibáñez.
"Tenemos muy embebida la acción dentro del lenguaje, pero el mecanismo es un poco menos específico de lo que solía pensarse -dice Bekinschtein, desde Cambridge-. Cuando uno escucha una frase que incluye una acción con la mano, no se le activa solamente el área cerebral de la mano, sino todas las redes de acción. Los electrodos registraron que el cerebro ya se está preparando para una eventual acción al escuchar la frase, y también que para poder entender la frase hay que activar las áreas de movimiento. Esa relación tan compleja nunca se había mostrado con un experimento tan simple."
Para los científicos, la relación entre estas dos redes, la del movimiento y la del lenguaje, exigen comunicación entre áreas distantes del cerebro. "Para los pacientes con Parkinson en estadios tempranos, afrontar estas pruebas es como hacer un electro de esfuerzo", ilustra Bekinschtein.
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