Medicina.
Cuidar la dieta o vigilar los excipientes
de los medicamentos,
esencial para personas celíacas.
Dr.J.C.Amatucci Médico y Periodista.
La enfermedad celíaca o celiaquía es una patología caracterizada por una intolerancia permanente a los alimentos que contienen gluten y que afecta a las vellosidades del intestino delgado. Se trata de una enfermedad que en España afecta a una de cada cien personas, principalmente mujeres
Llevar una dieta estricta de alimentos sin gluten,
vigilar los excipientes de los medicamentos que se utilicen y visitar
periódicamente al profesional sanitario en función de la evolución física son
algunas de las principales recomendaciones para que las personas celíacas
puedan evitar problemas de salud. Estos consejos son algunos de los que se
incluyen en la última entrega de la serie Recomendaciones a la población,
dedicada a identificar y tratar la celiaquía, realizada por la Sociedad
Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) y reconocida de interés sanitario por
el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
La enfermedad celíaca o celiaquía es una patología que en España afecta a una de cada cien personas (el doble de mujeres que de hombres) y en la que una intolerancia permanente a los alimentos que contienen gluten (proteína que se encuentra en la semilla de los cereales como el trigo, la cebada y el centeno) afecta a las vellosidades del intestino delgado y puede provocar daños en la correcta absorción de los nutrientes. Esto genera estados carenciales que pueden desembocar en la aparición de manifestaciones clínicas.
Al ser una intolerancia y no una alergia, la celiaquía no produce reacciones inmediatas, lo que dificulta su detección y puede deteriorar y agravar el estado de salud del paciente. A esto hay que añadir que sus síntomas son muy inespecíficos y se manifiestan de distintas maneras en función de la edad:
Entre los 9 y los 24 meses: náuseas, vómitos, diarreas, distensión abdominal, pérdida de masa muscular y de peso, fallo del crecimiento, irritabilidad y falta de tono muscular.
Infancia: son habituales las deposiciones blandas, talla baja, anemias y alteraciones del carácter.
Adolescencia: la celiaquía suele ser asintomática.
Adultos: los síntomas más frecuentes son la fatiga, los dolores abdominales, gases y anemias.
Además, en algunos pacientes la celiaquía se presenta con estreñimiento, lo que provoca que con frecuencia se les diagnostique erróneamente como si se tratase de un síndrome de intestino irritable. Algunas patologías se asocian a la celiaquía como, por ejemplo, la dermatitis herpetiforme, la diabetes mellitus tipo I, enfermedad del hígado y del tiroides, el síndrome de Down y la intolerancia a la lactosa.
Factores de riesgo y dieta.
La celiaquía es una enfermedad crónica que no se puede prevenir ni curar, pues se desconocen sus causas. Lo que sí se sabe es que en su desarrollo influyen tanto factores ambientales (dieta con gluten) como otros relacionados con el sistema inmunitario y genéticos (hay individuos predispuestos). De hecho, las personas que tienen un familiar de primer grado con celiaquía tienen entre un 5 y un 15 por ciento más de probabilidades de padecer esta enfermedad.
Al no existir tratamiento para curar la enfermedad ni prevenir su aparición, la única medida eficaz para mejorar el estado de salud de los pacientes es una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. Para ello es fundamental que el paciente conozca el listado de alimentos que no contienen gluten y los que sí lo contienen. Entre los primeros se pueden citar como destacados la leche y sus derivados (quesos, yogures naturales, etc.), todo tipo de carnes y vísceras frescas, congeladas y al natural, además de cecina, jamón serrano y cocido; pescados frescos y congelados sin rebozar; mariscos; huevos; verduras, hortalizas y tubérculos; frutas; arroz y legumbres; vino y frutos secos, siempre y cuando sean crudos.
La ficha de SEFAC también recoge una relación de los alimentos que la persona celíaca debe evitar, que son, principalmente, el pan, las harinas de trigo, cebada y centeno, así como los productos que las contengan; la bollería y pastelería; la cerveza y algunas salsas y aderezos para ensaladas.Además, existen otros alimentos con los que hay que tener precaución como son los embutidos y productos de charcutería, patés, helados, etc.
En todo caso, es útil que las personas con celiaquía consulten periódicamente la Lista de alimentos aptos para celíacos, que elabora la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE). Además, estas personas deben advertir siempre su condición cuando vayan a comer fuera de casa (comedores escolares o de empresas, restaurantes, hoteles, hospitales, etc.).
Contaminación cruzada y medicamentos.
En ocasiones, y a pesar de seguir una dieta sin gluten, las personas celíacas pueden seguir padeciendo molestias. Esto puede deberse a contaminación cruzada (productos sin gluten que se contaminan al elaborarse en una misma línea de producción que otros que sí lo llevan), así como al hecho de que algunos medicamentos pueden contener en su composición excipientes con gluten. Para evitar este problema es necesario que el paciente comente tanto al médico como al farmacéutico comunitario su condición de celíaco y también leer los prospectos y la información del material de acondicionamiento de los medicamentos, en los que es obligatorio que se mencione la existencia de gluten como advertencia.
Por último, y teniendo en cuenta que la celiaquía es una enfermedad crónica, el paciente deberá en función de su evolución visitar periódicamente a los profesionales sanitarios (médico de atención primaria, gastroenterólogo, dietista, farmacéutico, etc.) para que le realicen el seguimiento pertinente y vigilen el cumplimiento de la dieta.
La enfermedad celíaca o celiaquía es una patología que en España afecta a una de cada cien personas (el doble de mujeres que de hombres) y en la que una intolerancia permanente a los alimentos que contienen gluten (proteína que se encuentra en la semilla de los cereales como el trigo, la cebada y el centeno) afecta a las vellosidades del intestino delgado y puede provocar daños en la correcta absorción de los nutrientes. Esto genera estados carenciales que pueden desembocar en la aparición de manifestaciones clínicas.
Al ser una intolerancia y no una alergia, la celiaquía no produce reacciones inmediatas, lo que dificulta su detección y puede deteriorar y agravar el estado de salud del paciente. A esto hay que añadir que sus síntomas son muy inespecíficos y se manifiestan de distintas maneras en función de la edad:
Entre los 9 y los 24 meses: náuseas, vómitos, diarreas, distensión abdominal, pérdida de masa muscular y de peso, fallo del crecimiento, irritabilidad y falta de tono muscular.
Infancia: son habituales las deposiciones blandas, talla baja, anemias y alteraciones del carácter.
Adolescencia: la celiaquía suele ser asintomática.
Adultos: los síntomas más frecuentes son la fatiga, los dolores abdominales, gases y anemias.
Además, en algunos pacientes la celiaquía se presenta con estreñimiento, lo que provoca que con frecuencia se les diagnostique erróneamente como si se tratase de un síndrome de intestino irritable. Algunas patologías se asocian a la celiaquía como, por ejemplo, la dermatitis herpetiforme, la diabetes mellitus tipo I, enfermedad del hígado y del tiroides, el síndrome de Down y la intolerancia a la lactosa.
Factores de riesgo y dieta.
La celiaquía es una enfermedad crónica que no se puede prevenir ni curar, pues se desconocen sus causas. Lo que sí se sabe es que en su desarrollo influyen tanto factores ambientales (dieta con gluten) como otros relacionados con el sistema inmunitario y genéticos (hay individuos predispuestos). De hecho, las personas que tienen un familiar de primer grado con celiaquía tienen entre un 5 y un 15 por ciento más de probabilidades de padecer esta enfermedad.
Al no existir tratamiento para curar la enfermedad ni prevenir su aparición, la única medida eficaz para mejorar el estado de salud de los pacientes es una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. Para ello es fundamental que el paciente conozca el listado de alimentos que no contienen gluten y los que sí lo contienen. Entre los primeros se pueden citar como destacados la leche y sus derivados (quesos, yogures naturales, etc.), todo tipo de carnes y vísceras frescas, congeladas y al natural, además de cecina, jamón serrano y cocido; pescados frescos y congelados sin rebozar; mariscos; huevos; verduras, hortalizas y tubérculos; frutas; arroz y legumbres; vino y frutos secos, siempre y cuando sean crudos.
La ficha de SEFAC también recoge una relación de los alimentos que la persona celíaca debe evitar, que son, principalmente, el pan, las harinas de trigo, cebada y centeno, así como los productos que las contengan; la bollería y pastelería; la cerveza y algunas salsas y aderezos para ensaladas.Además, existen otros alimentos con los que hay que tener precaución como son los embutidos y productos de charcutería, patés, helados, etc.
En todo caso, es útil que las personas con celiaquía consulten periódicamente la Lista de alimentos aptos para celíacos, que elabora la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE). Además, estas personas deben advertir siempre su condición cuando vayan a comer fuera de casa (comedores escolares o de empresas, restaurantes, hoteles, hospitales, etc.).
Contaminación cruzada y medicamentos.
En ocasiones, y a pesar de seguir una dieta sin gluten, las personas celíacas pueden seguir padeciendo molestias. Esto puede deberse a contaminación cruzada (productos sin gluten que se contaminan al elaborarse en una misma línea de producción que otros que sí lo llevan), así como al hecho de que algunos medicamentos pueden contener en su composición excipientes con gluten. Para evitar este problema es necesario que el paciente comente tanto al médico como al farmacéutico comunitario su condición de celíaco y también leer los prospectos y la información del material de acondicionamiento de los medicamentos, en los que es obligatorio que se mencione la existencia de gluten como advertencia.
Por último, y teniendo en cuenta que la celiaquía es una enfermedad crónica, el paciente deberá en función de su evolución visitar periódicamente a los profesionales sanitarios (médico de atención primaria, gastroenterólogo, dietista, farmacéutico, etc.) para que le realicen el seguimiento pertinente y vigilen el cumplimiento de la dieta.