viernes, 2 de marzo de 2012

Doctor Juan Carlo Amatucci.


La contaminación,


seria el primer factor

de riesgo para niños

con asma y alergia.

 Fuente : Agencia Infancia Hoy.


VI Congreso Internacional de Medicina

Ambiental
Fechas: 1, 2 y 3 de junio de 2012
Lugar: Colegio Oficial de Médicos de Madrid
Puedes ver las ponencias del V Congreso 2011 
en www.vealia.tv sección "canales" (inglés y español)
La contaminación ambiental está en auge y sus consecuencias, perjudiciales y en ocasiones nefastas, se extienden como la pólvora entre uno de los sectores de la población más vulnerables, los niños.

España, 23 feb, Agencia Infancia Hoy.- 
El asma, las alergias y las enfermedades respiratorias han duplicado sus cifras en los últimos 15 años y, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el 30% de las enfermedades infantiles están asociadas al medio ambiente. "Las más frecuentes son el asma y las infecciones respiratorias", matiza el doctor Ramón Fernández Álvarez, coordinador del Área de Enfermedades de Origen Medio Ambiental del SEPAR.
El deterioro del aire contribuye a una mayor incidencia de crisis de asma, la enfermedad crónica más frecuente en los niños. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica constituye un riesgo medioambiental para la salud y se estima que causa alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo, de las que casi la mitad son por neumonías en menores de 5 años.
“La solución es tan simple y compleja como reducir la contaminación atmosférica. Los problemas respiratorios son más acuciados en niños de ciudad, si no se restringe el tráfico en las grandes ciudades al final tendremos un problema de salud pública y el asma es uno de ellos”, afirma contundente Rafael Carrasco, codirector de comunicación de la Fundación Alborada, especializada en medicina ambiental. El doctor Álvarez concide en que el tráfico rodado es uno de los factores que contribuye a la proliferación de enfermedades respiratorias. "Algunos estudios han demostrado que en las zonas más contaminadas hay más enfermos con afecciones respiratorias pero sería muy atrevido decir que es la única causa o la más importante, la contaminación que existe dentro de casa también influye".

El asma, una enfermedad de ciudad.

Contaminantes como los óxidos de nitrógeno, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono y el ozono favorecen la aparición de síntomas y exacerbaciones en niños con asma. La Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia y un hospital mexicano van a hacer un estudio con más de 1.000 recién nacidos para conocer los factores ambientales que pueden estar provocando estos problemas, ya que hay ciudades en las que el 12% de los niños padece ya esta afección respiratoria. El doctor especializado en enfermedades medio ambientales apunta que las partículas contaminantes también tienen un efecto directo en los enfermos cardiovasculares. "Las enfermedades derivadas de problemas cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo occidental", asegura.

Por ahora, son pocas las cifras que concretan un problema alarmante como es el aumento de dolencias infantiles por causas ambientales, pero a la consulta de la Fundación Alborada llegan cada vez más menores con estos problemas. “Me estoy encontrando con niños de seis o siete años que padecen intolerancias y desórdenes alimentarios, alergias, Sensibilidad Química Múltiple (SQM), problemas de piel, asma, hiperactividad, problemas de peso, insomnio, irritabilidad o autismo”, explica la pediatra Pilar Muñoz-Calero, presidenta de la fundación.

Pero la perniciosa influencia que ejerce la contaminación sobre la salud de las personas es un hecho difícil y costoso de demostrar. “No es nada fácil relacionar la contaminación atmosférica con la mortalidad, demostrar la causa-efecto es muy costoso, se requieren muchos estudios “, apunta Carrasco. El aumento de alergias alimentarias entre menores también es preocupante y su relación ambiental coge fuerza. Aproximadamente, el 5% de niños menores de tres años son alérgicos a uno o más alimentos. Las intolerancias más comunes son a la leche, los huevos, la soja, el trigo, el pescado, los cacahuetes y las bayas “pero casi cualquier proteína alimentaria puede causar una reacción alérgica”, según la Asociación Norteamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.

Carrasco achaca a la proliferación de productos químicos la alteración de nuestros sistemas endocrino e inmunológico. “Que seamos más alérgicos que antes se debe a la contaminación de los alimentos, los pequeños tóxicos incorporados en determinados productos los hacen más dañinos que hace 20 ó 30 años y nuestro sistema inmunológico se ve alterado”.

Hay que evitar la liberación de sustancias 
químicas.

El control ambiental y el refuerzo del sistema inmunitario son claves para atajar las dolencias emergentes en la infancia como el asma, la intolerancia alimentaria o la sensibilidad química. La Fundación Alborada cree que se deben aplicar controles mucho más estrictos a la liberación de sustancias químicas y evitar la dispersión al ambiente de miles de ellas que, además, son "innecesarias".

Abusar de productos químicos en casa y en el trabajo es peligroso para nuestra salud
A este respecto, recuerda las conclusiones del V Congreso Internacional de Medicina Ambiental, celebrado en Madrid el pasado mes de junio, en las que se recalcaba la necesidad de que nuestro ambiente sea un entorno más sano. “No queremos provocar alarma –se decía en esa declaración- pero sí alertar del riesgo del uso abusivo de químicos tóxicos en productos que usamos todos los días y en nuestras casas y lugares de trabajo”. El experto del SEPAR coincide en no crear alarma pero recuerda que también respiramos los metales. "Cuantos más metales haya en el ambiente más riesgo para nuestro aparato respiratorio. Informar a la población de los riesgos y ayudarles a prevenir los efectos nocivos es una labor colectiva", sentencia.

El mercurio es un potente tóxico.

En opinión de Carrasco, los médicos ambientales van a crecer mucho en los próximos años. Teniendo en cuenta que en España existen entre 300.000 y 400.000 afectados de SQM no es de extrañar. Las causas de que entre 8 y 9 de 10 casos afecten a mujeres son todavía desconocidas. “Es una enfermedad crónica compleja y muy cara de tratar, el paciente tiene que acondicionar su casa para poder vivir, tiene que haber un estricto control ambiental. No tiene cura pero sí tratamiento. En España todavía no está reconocida, en mi opinión, por los costes que supone. Supongo que cuando la reconozcan la mayoría de países, el nuestro también lo hará. De momento, Alemania y Dinamarca, por ejemplo, ya la han reconocido”, explica Carrasco.

Mientras tanto, en la fundación Alborada enseñan al paciente a hacer un estricto control ambiental de los tóxicos que le rodean. “Lo primero que se les enseña es a saber dónde está el mercurio, un potente tóxico", asegura Carrasco. El pescado azul -el atún, el pez espada y el emperador principalmente- contiene altos niveles de mercurio. "También les enseñamos que los químicos de las colonias se aspiran por la nariz, la forma más eficaz de contaminación, y que, por tanto, deben usar colonias naturales”. El problema –tal y como denuncia Carrasco- es que los médicos todavía no se han adaptado a las necesidades de estos pacientes. “Los empastes y vacunas contienen mercurio”, advierte. De hecho, en los últimos años se ha prohibido en muchas de sus utilidades, como en termómetros o en pilas.

De todos estos temas tratará el VI Congreso Internacional de Medicina Ambiental, que reunirá en Madrid, el próximo mes de junio, a los más destacados especialistas en este emergente campo de la práctica médica.

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